CONTEXTO POLÍTICO Y SOCIAL

           La historia transcurre durante la segunda mitad del siglo XIX. Aquí, la realidad es retratada tal como aparece y a través de la novela se intenta criticar la sociedad desde dentro.
Esta época se caracteriza por profundos cambios a nivel social, como el gran crecimiento demográfico, el éxodo rural hacia las ciudades y el papel de la burguesía.
Desde el punto de vista histórico, aconteció la Revolución de 1830, en la que se desarrolló la Rebelión de Junio, siendo la muerte de Jean Maximilien Lamarque el impulsor  de un levantamiento inevitable. Su muerte fue utilizada como una excusa para los disturbios que tuvieron lugar días previos a la rebelión. Había importantes problemas económicos, especialmente graves en el período 1827 a 1832. Los años estuvieron marcados por las malas cosechas, escasez de alimentos, y los aumentos en el costo de vida, creando descontento entre las clases. Además, en la primavera de 1832 Francia fue devastada por un brote a escala europea de cólera, que terminó con un saldo de miles de muertos en París. Los barrios pobres fueron particularmente afectados por la enfermedad.
El 5 de junio, se celebró el funeral de Lamarque, que encabezado por los líderes republicanos, se convirtió en una manifestación a través del Puente de Austerlitz, que degeneró en enfrentamientos con las tropas enviadas para restablecer el orden. Durante los mismos, una parte de la Guardia Nacional desertó, fraternizando con los insurgentes.
Luis Felipe, quien se encontraba en el Palacio de Saint-Cloud desde el 1 de junio, se informó de la situación el mismo día 5 por el general Pierre-Agathe Heymès, regresando en coche a París en compañía de la reina Marie-Amélie y de la princesa Madame Adelaide. Por la noche, en el Palacio de las Tullerías, pasó revista a las tropas y las legiones de la Guardia Nacional. Esa misma noche, tropas al mando del mariscal Georges Mouton salieron desde las afueras de la capital y repelieron a los insurgentes en el centro histórico de París. La batalla comenzó en la mañana del 6 de junio. La Guardia Nacional resistió a los insurgentes, quienes se atrincheraron en Saint-Merri, produciendo los enfrentamientos cerca de 800 víctimas mortales, si bien en sus memorias, el prefecto de policía Henri Gisquet reportó 18 muertos y 104 heridos en la Guardia Nacional, 32 muertos y 170 soldados de línea heridos y 20 muertos y 52 heridos en la guardia municipal, sin contar las víctimas que no eran parte de estos tres cuerpos, estimó las pérdidas entre los insurgentes en al menos 80 muertos y 200 heridos, y 1500 prisioneros.
Los líderes revolucionarios, como La Fayette, ante el fracaso del movimiento huyeron, siendo detenidos varios de ellos. A las cinco de la tarde, miembros de la oposición dinástica, como Jacques Laffitte o Odilon Barrot, se reunieron de nuevo y, a las seis de la mañana, enviaron una delegación a Luis Felipe para pedirle que detuviera el derramamiento de sangre.
En la mañana del día 6, el rey pasa revista a las tropas en Champs-Elysées y la Place de la Concorde, visitando a continuación a las tropas y la Guardia Nacional en los suburbios del norte de París, siendo recibido con gritos de "¡Viva el Rey! ¡Abajo los republicanos! Abajo los carlistas!". A las tres y media de la tarde, en las Tullerías, se reunió con Laffitte, Barrot y François Arago, anunciando el fin de la resistencia.

Ese mismo 6 de junio, para asegurar una victoria más completa, el Consejo de Ministros hizo que el rey firmara una orden poniendo París en estado de sitio, dando lugar a una posterior represión política. La primera sentencia de muerte fue dictada el 18 de junio, sin embargo, el Tribunal Supremo, en sentencia de 29 de junio de 1832, anuló la sentencia con el argumento de la violación de artículos de la Constitución de 1830, tras lo que Luis Felipe revocó la orden del 6 de junio.
A este período revolucionario lo antecedió el Antiguo Régimen y su respectiva crisis del año 1789. Fue una forma de organización adoptada por Europa. Durante este lapso, predominó el absolutismo-feudalismo, razón por la cual el pueblo se levantó, llevando a cabo la primer revolución, la Revolución Francesa,  en busca de democracia y división de poderes, 1789.
Años después, en 1815 se produjo la Restauración de la nobleza, quienes, apoyados por la Iglesia, retoman el absolutismo. También, la población se definió entre conservadores y liberales. Estos últimos adherían a las ideologías de la Ilustración, por lo que exigían igualdad, libertad de tránsito, expresión y comercio, división de poderes, posibilidad de elegir gobernantes y ser elegidos, entre otros. De  esta manera, en 1820, se produjo una nueva revolución con el objetivo de derrocar a la nobleza. Luego de esta, el Absolutismo se mantuvo 10 años, pero en 1830 estalló otro levantamiento. Al igual que el de 1820, fue reprimido por las fuerzas contrarrevolucionarias de la Santa Alianza, conformada por Rusia, Prusia y Austria, potencias absolutistas que se unieron con el propósito de conservar el Antiguo Régimen.
En 1848 ocurrió un nuevo estallido en Europa a causa de las diferencias entre liberales democráticos y liberales moderados. Los primeros exigieron cambios radicales, como el sufragio universal. En cambio, los moderados, en su mayoría burgueses, buscaron cambios para un reducido sector de la sociedad, como el sufragio restringido.

Además, en este periodo surgió el Socialismo, que se opuso al capitalismo y a la propiedad privada.




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